Red Devil. Así le decían todos, por su color y lo malo que era. En su ambiente era bien conocido. Yo no sabía mucho de él, simplemente que me iba a venir a visitar con varios amigos, todos de nombres raros. Él era el más malo de todos, por más que todos me decían que no debía tenerle miedo. Me acuerdo que nuestro primer encuentro no le dí demasiada importancia, estaba jugando a la Playstation tirado en la cama, como si nada pasara. Todo el mundo estaba pendiente de mi reacción: mamá, papá, mis amigos… ¿Vas a comer, Nico? Obvio que voy a comer, má… no pasa nada, está todo bien, me siento bien. Al final no había sido tan difícil nuestro primer encuentro, me sentía bien en serio. Bien por mí, ya que me iba a tener que acostumbrar porque nos íbamos a tener que ver seguido.
Mamá y papá hablaban pestes de ellos, pero aún así sabían que en el fondo eran buenos, y hasta me recordaban que me iba a hacer bien verlos. Yo desconfiaba un poco, especialmente de Red Devil, ya que en general no daba la cara… dicen por ahí que le tenia miedo a la luz, que era fotosensible, y por eso se mostraba poco y nada en púlico. Yo pensé simplemente que era tímido, que le daba vergüenza todo lo que le hacía a los demás, pero para mí no era tanto problema, ya que seguía tirado en la cama entre Playstation y películas pochocleras.
Se fueron. Seguía bien. ¿Tanta expectativa para nada? ¿Por qué vinieron tantos amigos a visitarme? ¡Estoy bien! Ya pasó, ya se fueron, y cuando vuelvan ya los conozco y sé que no son tan malos, pero de todas formas todos me aconsejaban que me cuidara. Tenían razón, ya que me dejaron un regalo preparado para el día siguiente. Jamás me había sentido tan mal, transpiraba y tenía escalofríos en el cuerpo. Vómitos, nauseas, más vómitos. Hacía pis de todos colores. Ya era demasiado tarde.
Estuve así unos días, hasta que me puse bien. La próxima no iba a ser tan grave, y poco a poco llegaría el día que no los tendría que ver más. Según las malas lenguas, los veía por conveniencia, porque en el fondo me estaban haciendo un gran favor. Cuando me refiero a un gran favor, me refiero a uno grande en serio, de esos que dicen que son de vida o muerte, literalmente hablando. ¿Para tanto? Yo quiero seguir viendo películas, no me jodan, no tengo tiempo ni ganas para amigos por conveniencia y problemas graves. Lamentablemente, eso no lo elegía ni yo ni nadie cercano a mí.
En el fondo yo era bien consciente que era lo mejor para mí, por más que no me gustara, hasta que de repente empezaron a formar parte de mi vida. Sin que me diera cuenta, me alejaron de todo lo que quería: de mis amigos, de cualquier mujer que se acercara, e incluso de la facultad y el trabajo. No me dejaban ver a casi nadie, o como mucho, me dejaban un par de veces por mes, lo que no me gustaba nada. Tenía que aguantar, no quedaba otra.
Entre las muchas maldades que hacía Red Devil, una de las principales era lastimar al corazón… justo a mí, que vengo parche tras parche con el mío, me tenía que tocar tenerlo cerca. Tanto hablaban de él que tuve que empezar a investigar un poco más. Le pregunté a mi amigo google, y me enteré que Red Devil tenía tres amigos más, y uno más venía por las dudas (pero tenía la costumbre de no querer entrar con ellos, siempre llegaba un rato más tarde y no quería entrar por la misma puerta). También había uno más, que hacía poco se había agregado al grupo, y todos hablaban maravillas de él.
Investigando aprendí sus verdaderos nombres, y de lo que eran capaces. Me dio muchísimo miedo saberlo. Me enteré que Red Devil en verdad se llamaba Doxorrubicina, y era completamente tóxico para mi corazón. Era de un color rojo intenso, pero no se veía demasiado ya que venía envuelto en papel de aluminio porque no podía ver la luz hasta que hacía su trabajo. Sus amigos eran Ciclofosfamida, Vincristina y Prednisona, además del nuevo Rituximab (que por suerte vino con ellos). Todos ellos eran parte del cóctel de la muerte.
Entraban directamente en mi sangre, mientras que Metotrexato también los acompañaba por las dudas, pero entraba directamente en mi médula ósea (lo cual no era divertido en absoluto para mí, porque dolía demasiado). Mierda, qué nombres raros, con razón eran tan malos. A pesar que a simple vista me habían dejado sin pelo y me habían hecho ganar cerca de 20kg, por dentro me hacían mucho peor que lo que me hacían por fuera. De a poquito me estaban matando, literalmente, aunque lo peor de la cuestión es que si no me mataban ellos me iba a matar su enemigo Linfoma, popularmente conocido como “Cáncer”.
Cerca de un año duraron nuestros encuentros, entre idas y vueltas, con vómitos y náuseas dentro de mi nueva burbuja de existencia que resultaba ser mi cuarto. Mi vida de repente se tornó solitaria, sin actividades en absoluto, y hasta para salir a comprar el pan tenía que usar barbijo (aunque ni siquiera eso hacía). Sentirme mal era la regla, no la excepción. Vivía cansado. Cada segundo que podía disfrutar chateando o mirando la tele sin preocuparme por lo mal que me sentía se agradecía. Cada minuto que sobrevivía era una razón más para seguir adelante, incluso sabiendo que el pronóstico era muy poco alentador como para andar festejando esas pequeñeces.
Después de pelear mucho, Red Devil y su banda (que preferían ser llamados simplemente "quimioterapia) se salieron con la suya, corriendo a patadas a la innombrable lacra que me había hecho pasar por todo esto. Pobre, él no pensaba que por más que los doctores me habían dicho que mis probabilidades de supervivencia de ahí a unos años eran ínfimas, yo me iba a poner los guantes y salir al ring por más que era posible que perdiera por knock-out. La pelea fue durísima, perdí un par de dientes, ojo negro y ceja cortada.
La contienda se hizo eterna y duró más de lo que pensaba, pero lo importante era ganar, y cada encuentro con ellos estaba un poco más cerca de lograrlo.. Sin ellos no hubiera podido subir al ring siquiera, pero en definitiva, el que tira los golpes soy yo. Ellos eran simplemente mis guantes, y los guantes no pelean solos. No me quedaba otra que salir a ganar… cuando se trata de vida o muerte, así como cuando se trata de amor, todo vale.
Excelente... Sos bueno escribiendo ierino.. posta!
ResponderEliminarMe mató! Se me puso la piel de gallina Nico. Hasta confieso que me dieron ganas de darte un abrazo fuerte, fuerte.. Besos!
ResponderEliminarPiel de gallina es poco.
ResponderEliminarCada minutito que ecuentro, leo tu blog.