18 jun 2010

El dilema del puercoespín

Los puercoespines son animales muy particulares. A pesar de su aspecto inofensivo, están capacitados de defenderse muy bien si se sienten intimidados, ya que sus filosas púas pueden lastimar fácilmente todo lo que las toca. Lamentablemente para ellos, también son animales sociables y buscan tener compañía, por momentos olvidando lo peligrosos que pueden ser para el resto.

Hace un tiempo, leí una analogía de las relaciones interpersonales de los humanos, planteando el dilema que tienen los erizos al pasar frío. En esta situación, instintivamente, buscan acercarse al resto para darse calor mutuamente, pero olvidan que también al hacerlo pueden lastimar a los demás (o salir lastimados ellos mismos, claro). Sus opciones son limitadas: pueden pasar frío, lejos de los demás pero sin ser lastimados, o bien pueden intentar acercarse buscando calor a riesgo de terminar lastimados. Pase lo que pase, el erizo se queda con un sabor agridulce, ya que no tiene ni una cosa ni la otra.

No me gustan esas situaciones. Odio los dilemas. Básicamente, no puedo aceptar que pueda haber un problema donde ninguna de las opciones de las que dispongo me satisfaga. Cuando llego a tener este tipo de problemas no sé qué hacer, ya que la estructura de mi mente perfeccionista no se lleva bien con un problema no resuelto, y muchísimo menos, con uno por resolver donde las soluciones no me gustan. Me la juego, yo quiero calor sin lastimarme… después veo cómo me curo, pero frío no me gusta pasar. Prefiero haber intentado pasar calor, que morirme de frío y con la duda.

Muchas veces, llegar a conocer a una persona se trata de esto. Todos queremos calor en algún punto, pero nadie quiere salir lastimado, por lo que lo mejor es no acercarse. Pensamos las cosas mil veces. Si en algún descuido algún erizo valiente se ofrece a hacernos compañía, lo pensamos dos veces, porque ya tuvimos frío antes y nos lastimaron. El nuevo erizo parece bueno, y hasta aparenta ser sincero al decir que sus púas no son filosas. Todo mentira. Si no fueran filosas, ya se lo hubiera comido algún animal más grande, y dudo que haya tenido tanta suerte de pasar desapercibido tanto tiempo… por las dudas, mejor desconfiar, y pasar el invierno solo.

Alguna solución debe haber. Pensándolo un poco mejor, quizás estando a una distancia prudente aún así pueda disfrutar del calor y comfort que tiene para ofrecer el nuevo erizo friolento con ganas de acurrucarse cerca nuestro. Lo dejamos acercarse un poco, el frío sigue. Un poco más. Otro poquito… bueno, hasta ahí, basta. La paranoia de que nos pueda lastimar se apodera de nuestros pensamientos y lo mandamos lejos. El pobre erizo tenía frío también, y no tenía intenciones de lastimarnos, pero por las dudas lo mandamos a mudar.

Las intenciones no cuentan, porque al fin y al cabo, si nos acercamos mucho terminamos lastimados. Tanta cicatriz termina formando una coraza que nos termina volviendo duros y cautelosos, al punto tal que a veces cuando todo va bien, asustados por habernos descuidado, mandamos a mudar al nuevo puercoespín. Llegará otro, quizás, o no… no importa, de todas formas ya nos estamos acostumbrando al frío, al punto tal que quizás por momentos nos olvidamos que somos animales sociables y que tanta introversión no vale la pena, porque hace mucho que las púas ajenas no nos rozan siquiera. El frío no pega tan fuerte si tenemos buen calor interno, no? Quizás no necesitamos el calor ajeno… está bueno pasar frío por un rato.

Ya entendí. Todo no se puede, y si se quiere todo, hay que correr el riesgo. No me conforma. Lo peor del caso es que todos lo sabemos, entonces los demás también están mirando de reojo que ninguna espina rebelde sobresalga tanto como para molestarlos, y antes de salir lastimados se alejan. Va a ser un invierno frío. Es difícil ser un erizo, y saber que podemos lastimar tan fácil solamente acercándonos. Cuesta mucho darnos cuenta que a pesar de estar llenos de púas, debajo de eso somos blanditos y susceptibles.

Por momentos, ni interesa el frío y ya no duelen las púas. Lo que más duele es el miedo de la gente a sentir calor. Todos quieren calor, pero algunos cuando se empiezan a poner cómodos salen corriendo. Relacionan el calor con la posibilidad de salir lastimados, cuando en realidad, no tendría porqué haber relación entre una cosa y la otra… ¿tanto cuesta disfrutar un rato del calor sin hacerse tanto problema por la espina del de al lado? ¿Es tan difícil dejar que el resto se acerque? Evidentemente, cuesta. Mucho.

3 comentarios:

  1. "Básicamente, no puedo aceptar que pueda haber un problema donde ninguna de las opciones de las que dispongo me satisfaga".

    Pelu, te entiendo completamente, pero ces't le vie. Ni solo ni mal acompañado está bien, aunque a veces son las dos opciones que se nos presentan.

    Seguí sacando de adentro todo lo que tenés. Te va a venir bien, y mientras tanto es un placer leerte.

    Abrazos

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  2. Too much love will kill you... just as sure as none at all...

    No sabia q habias seguido!!! Toy re atrasada c las lecturas... Me gusto este... mas q el anterior... y bueh es asi uno tantea, tantea... pero si se queda tanteando nomas tmp sirve... es cuestion de esperar lo indicado :)

    Love u friend :)

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  3. A mi me cuesta más que mucho.

    Casualmente mi psicóloga me comparó con un erizo. Se me acercan demasiado y salgo corriendo/saco las espinas. Para mi, pasó a ser algo instintivo.

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