21 jun 2010

Corazón delator

Feriado. Parciales. Justo el apunte que el profesor dijo que teníamos que prestar especial atención, mágicamente desaparece. Revuelvo el placard sin éxito. Pregunto a ver si mamá lo vio (porque en casa, mamá es omnisciente, sabe todo y si no lo sabe lo inventa). Nada. No puede ser. En algún lado tiene que estar… ¿Qué hace esto acá? Lo que menos quería era encontrarlo. Estaba en paz. Lo guardo, es demasiado fuerte mirarlo, me trae malos recuerdos. Me cuesta soltarlo, pero lo pongo en una bolsa, y a continuación la pongo en una caja. Listo, no va a volver. Sigo.

No tengo los apuntes todavía. ¿Dónde estarán? No sé, y ni siquiera me puedo concentrar en pensar donde están porque eso ya me cambió el humor. Nico, ¿te acordás cuando…? Sí, me acuerdo, pero basta. ¿Dónde están los apuntes? Ya está, no se puede así. Siento que me está llamando desde la caja. Voy a estudiar, tengo que estudiar... pero no puedo. Odio que esté ahí, odio tener que esconderlo, odio no poder ni mirarlo, pero especialmente odio que te represente tan bien. No estudio más, ya fue.

Me llama. Mentira, no me llama nada, no habla. Estoy loco, siento que me llama. Lo voy a buscar, saco la caja, abro la bolsa. Sigue ahí. Le grito, le pido que pare, pero es inútil... ni que una cosa inanimada fuera a escucharme, ya que tiene el mismo efecto que gritarle al control de la Playstation cuando el cuadrado no me hace caso al patear en el winning eleven. Guardo la caja, pero le pongo más cosas alrededor. Debería alcanzar, ¿no?. Bien sé que no.

Sigue ahí. Estoy paranoico. No puedo más. Me siento como si mi situación fuera una representación de “El corazón delator” de Poe. No puedo más, basta. Lo agarro, lo miro. Me acuerdo más cosas, por más que me hago el que no me interesa. Sonrío, recuerdo más, se siente bien. Nada, lindo nada, también me recuerda un montón de otras cosas más que pensé que tenía enterradas y cerradas. Basta. Agarro la caja, salgo de mi cuarto, necesito tomar aire.

Pienso qué decirle. Lo saco, lo miro y le digo que deje de torturarme. No hace nada… aparte me delira, me gasta, ya que no reacciona. Sé que no puedo esperar mucho más, no es su culpa, la culpa es de todo lo que representa. Ataque de ira, lo revoleo bien lejos para que no vuelva más. ¡Andá a torturar a algún vecino ahora! Para él seguro sos algo sin importancia, por más que para mí tengas un significado especial. Ya está, se fue. Debería poder estar en paz ahora. En qué estaba… ¿Los apuntes? Ya ni me acuerdo lo que buscaba, no quiero ni puedo estudiar. Me cagó el día… ¿pero quién me quita la sonrisa que tuve por unos segundos por esos recuerdos?

2 comentarios:

  1. Muy gráfico, creativo, real!!!
    Natalia G.

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  2. Buenisimo :)

    Sabes una cosa? ahora q me acuerdo yo tb escribia cosas medio asi.. mas rusticas y mas cortas, solo creo q qdaron algunas en el fotolog y otras en algun q otro perdido cuaderno...
    Canalizamos escribiendo amigo... y eso esta bueno :)

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