Leído con una mente abierta y objetiva, es un claro ejemplo de la realidad que a veces encontramos en nuestra vida diaria sin darnos cuenta. A partir de este llamado al pensamiento abstracto - y aclarando que cualquier error, falta, omisión, defecto o supresión de virtud que vislumbren en ustedes mismos a partir de esta nota es de tácita inclusión e incumbencia de quien escribe -, los invito a seguir leyendo:
"Un grupo de científicos encerró a cinco monos en una jaula. En el centro de la misma, colocaron una escalera y, sobre ella, un montón de bananas. Cada vez que un mono intentaba subir la escalera para agarrar las frutas, los científicos lanzaban un chorro de agua fría sobre los que quedaban en el suelo. Después de cierto lapso de tiempo, cuando un mono pretendía subirse a la escalera, sus pares lo molían a palos.
Pasado algún tiempo más, ningún mono siquiera soñaba con treparse a la escalera, a pesar de la constante tentación de las bananas. En esa instancia, los científicos sustituyeron a uno de los monos. Por supuesto, por simple reflejo, lo primero que intentó el animal “nuevo” fue subir la escalera. Resultado esperable: de inmediato fue bajado y convenientemente surtido por los otros cuatro. Después de algunas palizas, el nuevo integrante del grupo ya no volvió a intentar trepar.
Un segundo mono fue sustituido, y ocurrió lo mismo. El primer sustituto participó con entusiasmo de la paliza al novato. Un tercero fue cambiado, y se repitió el hecho. Lo mismo ocurrió con el cuarto, hasta que el único que quedaba de la inicial camada de cinco monos abandonó la jaula también.
Los científicos estudiaron el comportamiento del nuevo grupo de animales que, aún cuando nunca habían recibido un baño de agua helada, continuaban golpeando con saña a aquel que intentase llegar a las bananas. Si fuese posible hacer hablar a algunos de los monos, y se le preguntara acerca del motivo por el cual castigaban al que intentara subir la escalera, con certeza la respuesta habría de ser algo como: «No sé, las cosas siempre se han hecho así aquí...»" ¿Les resulta reconocible la circunstancia?
Esta historia es claramente otra metáfora de lo que pasa en la vida cotidiana. ¿Alguno se puso a pensar, por ejemplo, en lo estúpido que suena invitarle un trago a una mujer para levantársela? No conozco a nadie (literalmente) que alguna vez se haya levantado a una mina por invitarle un trago, o al menos, no que esa haya sido la principal causa de su éxito. Si se la levantan es siempre por otros atributos fuera de la “generosidad” de la invitación, o por méritos varios, pero no por invitar el trago.
El simple hecho de pagarle un trago trago a una extraña con ese objetivo denota, más bien, un comportamiento lamentable donde se intenta casi sobornar a la otra persona. Es más: pensar en esa situación hace que se me haga casi inevitable relacionarlo con la prostitución… ¿qué mujer, en su sano juicio, intercambiaría favores a cambio de un trago? Si la respuesta es ninguna, sería lógica. Si la respuesta es alguna, en ese caso le recomendaría a quien le invita el trago que vaya a un cabaret, porque entre entrada al boliche, invitaciones varias de trago y pernocte en un hotelucho de mala muerte termina costando más que una mujer que trabaja por la noche.
Vale agregar, además, que el porcentaje de éxito de invitarle un trago a alguien es casi nula, porque nos hace ver casi desesperados mostrando como única cualidad visible que invitamos el trago porque nos hace falta algo ya que con nosotros mismos no alcanza. Invitar un trago es decir, indirectamente, “hey, no veas todo esto que soy y no vale la pena, te invito este trago mejor”. Cualquier mujer decente, no dudaría en preguntarse que, siendo extraños, no es racional que alguien esté invitándole un trago sin sentido, salvo por la convención social que dicta que si se hace de esa forma hay un interés sexual de parte de quién lo ofrece. Sin embargo, definitivamente, no tiene razón de ser.
Teniendo en cuenta estos puntos, de todas formas nadie se detiene a pensalo, y cada vez que salgo veo como hombres sin demasiado criterio invitan un trago y piensan que si la mujer acepta tienen medio juego ganado, y hasta es casi la obligación de ellas después de la aceptación el hecho de concretar algo más. Wrong again. No tiene nada que ver una cosa con la otra. Probablemente, al final de la noche se vuelvan solos a su casa y con la billetera muchísimo más flaca, y sin embargo, no se preguntarán por qué no funcionó su táctica que repiten hasta el cansancio todos los fines de semana.
PD: Cualquier similitud de estos hombres con los monos de la historia, es mera coincidencia.
