No soy fácil, en general necesito que la gente me demuestre con sus actos que es especial para que yo me sienta cómodo, me libere un poco y me acerque más. Esta quizás es la causa por la cual suelo pensar mucho (a veces demasiado) las cosas, pero sin embargo esta vez, quien sabe por qué, me sentía diferente. El sentimiento era raro, ya que no había hecho más que leerla y sin embargo aún así estaba seguro que me gustaba. Sin darme cuenta se había vuelto una adicción, y desde la primer palabra que cruzamos sentí que necesitaba cada vez un poquitito más.
La llamé. Tenía todas las ganas de verla, para darme cuenta que no estaba tan loco por pensar que una persona que ni conocía podía ser especial. Si, especial, de esas que se cuentan con los dedos de una mano. Propuse encontrarnos en un bar por su barrio, ya que nos quedaba cómodo a ambos, pero ella no estaba tan segura como yo. Supongo que, en el fondo, no se debía sentir tan diferente a mí, y a pesar de la curiosidad y las ganas de vernos también se sentía rara la situación. Finalmente, después de un poco de insistencia bastante atípica en mí, accedió a encontrarnos.
No sabía qué podía esperar, pero sabía que si la charla en persona llegaba a ser la mitad que lo que era por escrito, yo estaba feliz. Llegué puntual donde nos íbamos a encontrar, pero ella iba a llegar un poco tarde. No había problema, hacía días que estaba esperando verla, no me iban a matar unos minutos más o menos. Miré para un costado y la vi venir. Me bastó un segundo reconocerla, e incluso distinguir a la distancia que caminaba con unos tacos considerables. Vaya uno a saber porqué, el impulso pudo más y como si fuera un nene chiquito no pude seguir mirando. Hacía años que no me ponía nervioso la presencia de una mujer…
Como si nada hubiera pasado, la saludé y me puse a hablar como si la conociera de toda la vida. Me di cuenta rápido que era una chica bastante tímida, y para el deleite de mis ojos, parte de su timidez la demostraba sonriendo casi sin interrupción. Si no fuera por el hecho de que tiene una sonrisa que enamora, quizás ni me hubiera dado cuenta de esos detalles, ya que con lo bien que la pasaba probablemente no hubiera tenido ni tiempo de prestarles atención. Imagino que ella también la habrá pasado bien, ya que además de la sonrisa, también se terminó yendo más tarde de lo que pensaba.
La acompañé hasta lo de una amiga y volví contento a casa al darme cuenta que tan loco no estaba, esta chica definitivamente era especial. Lo verdaderamente loco, quizás, era considerarla especial sin siquiera haberle dado un beso. Sabiendo todo esto, no me parece tan irrisorio ponerme nervioso al verla, pero me cuesta admitirlo. Al otro día, me comentó así como al pasar que no la había reconocido al venir. No supe bien qué responder, y desvié un poco el tema, pero creo que jamás hubiera admitido fácilmente que me habían temblado un poco las patitas al verla, y no me quedó otra que mirar para otro lado.
Cuando juego, en los amistosos soy el goleador, con lujos y magia. Me sirve a mí para subir mi ego, y para darle que hablar a mis amigos. Cuando juego en serio, en una final, me pesa la camiseta desde el momento que sé que no es un partido más del montón. En este caso me pasa lo mismo, y soy demasiado orgulloso para admitir que, a veces, todavía me pasan estas cosas. Mejor dicho, soy demasiado orgulloso para admitir que, incluso sin conocerla demasiado, desde el hola ya me tenía en el bolsillo y con ella jamás sentí que jugaba amistoso, y mucho menos hubiera querido tirar un lujo innecesario.
Estas cosas me encantan!
ResponderEliminarMe gustaba mas el titulo de q te pesaba la c...
ResponderEliminarYou know what I think about this ierino, if you think it is worth it.. go for it...
I know you are worth it :)
Quiero-te montones amigo :D
Jajaja el párrafo final se merece un post aparte :P
ResponderEliminarLos amistosos que dan que hablar y el partido mundialista... Sos el rey de la metáfora! :D
Borrá el comentario anterior nomás (que como un gilastro lo publiqué en los dos posts).