28 jul 2010

Conejo Pepito

Era una situación difícil, pero teníamos que defenderlo. Nos juntamos a tomar algo en el Village Recoleta para ver cuáles serían las estrategias a seguir, pero parecía bastante complicado. Hacía un año que veníamos preparándonos. Todo indicaba que nuestro cliente había sido el asesino, ya que había estado en el lugar del hecho poco antes de que sucediese, y no lograba recordar bien qué había pasado ese día. Lo que sí recordaba era que, casi como en un sueño, había tomado del cuello a la víctima hasta dejarla sin aire y posteriormente salió corriendo.

Se me vino a la mente una historia que había escuchado hace tiempo, que sin dudas compartí con el resto. Todos se rieron, pensando que era poco serio. Era obvio que no daba contarla durante el juicio, pero aún así, me animé a contarla. Las caras de pánico de mis compañeros lo decían todo. La historia era sobre un conejo… sí, un conejo… llamado Pepito. ¿Poco serio? Quizás. Pepito era el conejo favorito de la familia vecina, lo trataban casi como a un hijo. Era blanco como un copo de nieve, y tenía una cara inocente que daban ganas de abrazarlo hasta el cansancio. Mi amigo, en cambio, tenía un perro con bastante mala fama. Su ladrido hacía enojar a todo el barrio, y de vez en cuando se lo veía revolviendo la basura, manchando todo a su paso. Nadie lo quería, salvo él

Un día más del montón, el perro apareció con Pepito ensangrentado en su boca, moviendo la cola como si nada. Su dueño, espantado, sabía que el perro se había mandado una grande. Su mala fama lo condenaba, y esto no lo ayudaba en lo absoluto. En un acto desesperado, agarró el cadáver de Pepito y le sacó todo el barro, la mugre y la sangre minuciosamente. Sin que sus vecinos se dieran cuenta, sigilosamente puso a Pepito en su jaula esperando que nadie se diera cuenta de lo que había hecho su perro.

Pasaron un par de días sin noticias. Posiblemente, los dueños de Pepito pensaban que el pobre conejo había padecido alguna enfermedad terminal que lo había dejado en ese estado. El perro estaba a salvo, pero aún así, la curiosidad lo estaba consumiendo, por lo que no tuvo mejor idea que ir a preguntar por Pepito para asegurarse que efectivamente estaba todo bien. Necesitaba reconfirmar que estaba todo bien, por más que en el fondo sabía cómo eran las cosas. Un hombre con un reloj siempre sabe la hora, pero un hombre con dos relojes nunca puede estar seguro...

El vecino, con cara triste, le dijo que Pepito había fallecido. Hasta acá, no había ninguna noticia nueva, pero lo que contó después le puso la piel de gallina. En su relato, detalló que Pepito había fallecido después de un largo padecimiento cardíaco que todos sabían que era inevitable, pero lo curioso había sido que, después de enterrarlo, algún loco morboso lo había desenterrado, lavado y vuelto a poner en su jaula. No lo podía creer… el desquiciado era él. El perro no tenía nada que ver.

Jamás siquiera había considerado la opción de que su perro, por más mala fama que tuviera, era realmente bueno como él pensaba. Por más que parecía claro que se había mandado una cagada, jamás confió en que podía ser diferente a lo que parecía… en el fondo, el perro era revoltoso, pero jamás había hecho maldades. Desde ese día se decidió por dejar de prejuzgar, y empezar a ver las cosas diferente. La historia era entretenida, pero fue ideal para que la querella y la fiscalía salieran con los tapones de punta a rebatir nuestros argumentos con furia. Mis compañeros me querían matar, pero no me importaba, ya que mi historia “poco seria” había plasmado clarísimamente mi idea. Con nuestro cliente pasaba lo mismo que con el perro y Pepito: él no la había matado, por más que todos los argumentos estaban en su contra. Finalmente, quedó absuelto… ganamos el juicio, y fuimos a festejar, contentos.

2 comentarios:

  1. dejá de plagiar, eso lo sacaste de Boston Legal.

    ResponderEliminar
  2. No sé si habrá pasado ahí, es un cuento súper conocido! A mí me la contaron de chiquito.

    http://www.taringa.net/posts/arte/3362309/el-perro-y-el-conejo.html

    PD: Al margen, todo lo que pasó es real! Fue durante el juicio penal en la facultad...

    ResponderEliminar