11 jul 2010

Casita de naipes

Cuando uno es honesto y hace las cosas bien, la gente no lo reconoce, sino que simplemente, da por sentado que debe ser así sin valorar el esfuerzo que uno pone en hacer las cosas bien. Se puede pasar meses o años haciendo las cosas bien que jamás va a recibir un cumplido por eso. Cuando uno hace las cosas mal es diferente, una sola cagada importante basta para derribar todo tan fácil como se derriba una casita de naipes al soplarla. Es lo mismo que pasa con la mentira o con la fidelidad en la pareja: un solo desliz basta para pasar a una persona de la cual desconfiar. También pasa con los profesores, cuando te quieren cagar y te hacen una pregunta para ver si te pueden encajar una mala nota, y si les respondés bien, es como si jamás hubiera pasado (cuando realmente, te deberían poner una buena nota como corresponde).

Yo solamente tuve un mal día. No puede ser que si tuve cientos de días buenos, y algunos hasta espectaculares, de repente se borre todo y valga solo el mal día. Si el profesor me pregunta mil veces, y respondo bien todas salvo la última, no me puede clavar un uno... Con esto pasa lo mismo, yo sé que estuve mal, pero tampoco voy a pasar mi vida pidiendo disculpas. El de ese día no era yo, o al menos no era quien yo realmente soy, pero por momentos me lo creo… mirá como será, que cuando lo cuento lo hago en tercera persona, como si hubiera sido la historia de alguien ajeno a mí. Creo que, incluso más grave, es que cuando lo cuento, generalmente lo hago con mi psicóloga porque ni siquiera a mis amigos se los quiero decir. Un maldito día fue nada más.

Cuando pasó el momento, tenía la mano llena de sangre vaya uno a saber por qué, y sentía mucha impotencia. La gente miraba, y caminaba más rápido, como sin querer hacerse cargo. Alguien me vino a preguntar si estaba bien. Curiosamente, cambió un poco mi mal momento. No me iba a solucionar la vida que ya de por sí demasiado desarreglada estaba, pero solamente necesitaba que preguntaran si estaba bien. No, no estaba bien, estaba a la vista. Por suerte, a veces la vida nos cruza con ese tipo de personas. Sé cuanto valen, y por eso no pierdo el contacto. Si no fuera por quien en ese momento era una persona desconocida más, creo que no hubiera llegado a mi casa…

1 comentario: