Tal fue la importancia de Beatrice que fue casi la razón de su vida… pero lamentablemente, no solamente jamás pudo corresponder su amor, sino que además desgracidamente Beatrice falleció a los 25 años. Al año siguiente, Dante se casó con otra mujer, con quien tuvo cuatro hijos… pero eso no quitaría que, incluso decenas de años después, su amor siguiera siendo Beatrice. Incondicional. Eso era Dante… y quizás para más de una mujer, un romántico incurable, ese tipo ideal para agarrar y no soltar más. Beatrice evidentemente no pensaba lo mismo. Ni siquiera “La Divina Comedia” escrita para ella pudo hacer que la situación cambie.
Dante tiene que matar a Beatrice. Sí, leyeron bien. La tiene que matar, de una vez por todas. No puede ser que le siga jorobando la existencia muchísimos años después de haber dejado de existir en su vida. De hecho, en algún punto, ni siquiera se podría decir que alguna vez realmente “existió” en su vida, más que en su imaginario que derrochaba amor a granel mientras a Beatrice le daba igual. Ojalá se hubiera enamorado en serio de otra, especialmente, de su esposa y madre de sus hijos… pero lamentablemente, si así hubiera sido, jamás hubiéramos tenido “Divina Comedia”, ni mucho menos, estaríamos pensando en él y sus cosas. No es tan fácil matar a Beatrice… pero quizás, sólo quizás, si la mataba realmente (en su mente) hubiera sido mucho más feliz.
